La icónica central térmica de Es Murterar, una pieza angular en el suministro eléctrico de Mallorca y Menorca durante casi cincuenta años, se prepara para un cambio de era. Esta mole de concreto, visible para miles de turistas que anualmente arriban a las paradisíacas playas del norte de Mallorca, ha sido un motor fundamental para la floreciente industria turística de las islas. Sin embargo, su tiempo como generador de energía a base de carbón llega a su fin, dando paso a una prometedora transformación hacia una infraestructura de energía solar, un paso trascendental en la senda de la sostenibilidad y la protección ambiental en el archipiélago balear.
El Adiós a un Coloso Energético: La Central Térmica Es Murterar Cierra sus Puertas en Alcúdia
En el corazón de Mallorca, específicamente en el municipio de Alcúdia, la central térmica de Es Murterar, inaugurada en 1981, se acerca al final de su ciclo operativo. Este complejo, que en su apogeo contaba con cuatro generadores de 125 megavatios, ha sido el pilar de la autonomía energética balear. Desde los años 80, ha iluminado hogares y negocios en Mallorca y Menorca, contribuyendo inmensamente al auge turístico de la región. Actualmente, solo dos de sus unidades permanecen activas, operando con una producción muy limitada, apenas 500 horas anuales, reservadas para picos de demanda, especialmente durante la afluencia turística estival.
El cierre de Es Murterar, impulsado por la conciencia ambiental y las regulaciones de descarbonización de la Unión Europea, originalmente se proyectó para 2026. No obstante, la demora en la instalación de un segundo cable submarino que conectará Mallorca con la Península Ibérica ha postergado la fecha límite, estimándose ahora alrededor del año 2030. La compañía operadora, Endesa, aún no ha proporcionado detalles específicos sobre el cronograma final. Expertos como Andreu Moià, profesor de la Universidad de las Islas Baleares, destacan que la central ha cumplido su cometido y que su vida útil ha llegado a su fin, siendo reemplazada por alternativas más limpias y eficientes, como las centrales de ciclo combinado ya en funcionamiento en la isla.
El decano del Colegio de Ingenieros Industriales de las Islas Baleares, Mateu Oliver, subraya la complejidad de operar una planta de este tipo, requiriendo una planificación meticulosa que va más allá de un simple encendido, incluyendo el calentamiento de calderas y estrictos protocolos de desulfuración y filtrado de humos. A pesar de su impacto ambiental, la central ha jugado un papel estratégico vital, garantizando la independencia energética de las Baleares. Esta autonomía fue crucial en eventos como el apagón nacional del 28 de abril, donde las islas, gracias a su sistema de producción local y a su conexión con la red peninsular, lograron evitar la interrupción del suministro. El futuro de Es Murterar se vislumbra como una planta fotovoltaica, consolidando la apuesta de la región por las energías renovables y dejando atrás una era marcada por el carbón, cuyo uso en su momento generó controversia por las implicaciones sociales de su extracción desde Sudáfrica.
La inminente clausura de Es Murterar nos invita a reflexionar sobre la dinámica entre el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental. Durante décadas, esta central simbolizó el progreso, impulsando el turismo y la economía local. Sin embargo, los tiempos cambian, y con ellos, la comprensión de nuestro impacto en el planeta. La transición hacia fuentes de energía más limpias no es solo una necesidad impuesta por normativas, sino una oportunidad para repensar nuestro modelo de crecimiento. Es un recordatorio de que la innovación y la adaptación son clave para forjar un futuro donde la prosperidad y la protección del medio ambiente coexistan armoniosamente. Este cambio en las Baleares no solo beneficiará a las islas, sino que también servirá de ejemplo para otras regiones que buscan un equilibrio entre el progreso y la responsabilidad ecológica.